Ajedrez, Literatura y Artes Escénicas - Miniaturas
La vida es un tablero de ajedrez, donde el Hado
nos mueve cual peones, dando mates con penas,
en cuanto termina el juego, nos saca del tablero
y nos arroja a todos al cajón de la Nada.
Omar Khayyam
Ajedrez y Artes Escénicas. El ajedrez como actividad lúdica y festiva
Como es sabido, la palabra ajedrez procede del sánscrito chaturanga que significa las 4 secciones del ejército: elefantes, jinetes, carros e infantería. Por corrupción de la palabra sánscrita pasó a denominarse chatrang entre los antiguos persas y shatrang entre los árabes. De la palabra árabe con el artículo (ash satrang) deriva acedrex y, posteriormente, axedrex que ha dado origen en castellano tanto a la palabra ajedrez, como al término ajetreo.
Aunque no están claros sus orígenes, se considera que el ajedrez nació en la India y de ahí pasó a las culturas persa y árabe. El ajedrez llegó a Al-Andalus en el siglo IX. Se dice que el poeta y músico Zyriab introdujo el ajedrez en Medina Azahara y, desde la península ibérica, se expandió por toda Europa. Se trata de un juego milenario y cuyos orígenes históricos están adornados con un velo de misterio y de leyenda. Entre los mitos más conocidos en torno a los orígenes del ajedrez encontramos la leyenda de Sissa, aunque también se le atribuyen otros orígenes como algunas leyendas griegas que lo atribuyen a Palamedes, rey de Eubea, que inventó el ajedrez para distraer a las tropas durante la guerra de Troya; u otros mitos que atribuyen al rey Salomón la invención del juego.
La leyenda de Sissa cuenta que un soberano hindú reunió a sus sabios y brahmanes y les pidió que inventasen un juego para divertir a su pueblo. A cambio, les prometió que premiaría al mejor inventor con lo que él pidiese. Sissa Ben Dair que era un brahman, ideó un juego donde el rey era la pieza más importante pero no la más poderosa: no podía atacar ni defenderse sin la colaboración de las otras piezas. Tan pronto como recibiera Jaque Mate, el juego se terminaría aunque hubiese otras muchas piezas en el tablero.
Tanto le gustó al monarca el juego que prometió a Sissa darle la recompensa que pidiera. Sissa pidió una cosa muy sencilla: Un grano de trigo por la primera casilla del tablero, dos en la segunda, cuatro en la tercera, ocho en la cuarta…y así sucesivamente hasta completar las 64 casillas del tablero. El soberano aceptó, sorprendido de que pidiera tan poca cosa. Reunidos los sabios y tras varios días para hacer los cálculos, tuvieron que pedir ayuda a un célebre matemático llegado de tierras lejanas. Después de 3 días de cálculos, el matemático finalizó la operación y dio como resultado el número: 18.466.744.073.709.551.615.
El Rey se dio cuenta de que no podría pagar a Sissa a pesar de su poder y riqueza, pues no había granos de trigo suficientes en el mundo.
Al margen de las leyendas y centrándonos en la literatura escrita, uno de los textos más antiguos sobre ajedrez en occidente, se debe al judío andalusí y médico, poeta, gramático, filósofo, cabalista y astrónomo, Abraham Ibn Ezra (Tudela, 1089-1163). Se trata de El poema del Axedrez que analiza en 76 versos el juego de ajedrez. Los versos se distribuían en 38 pares de rimas. Con este poema se documenta la participación judía en el ajedrez europeo medieval que era, básicamente, similar al árabe. El ajedrez árabe estaba tan extendido, que el pueblo jugaba sobre manteles o bien sobre la arena, directamente.
Se puede considerar el poema de Ibn Ezra como el primer reglamento conocido sobre el ajedrez europeo primitivo, que sigue las normas del ajedrez árabe y como un hito que conduciría a los grandes tratados españoles e italianos del siglo XV, con el progresivo abandono del ajedrez árabe (o “Axedrez del Ferz” para introducir las características del nuevo juego europeo (“Axedrez de la Dama” o “alla rabiosa”), con mayor dinamismo de las piezas y que ha llegado hasta nuestros días.
Otras de las obras escritas más conocidas sobre ajedrez, se deben a Alfonso X. Como es bien sabido, Alfonso X fue apodado el rey Sabio porque desarrolló una intensa actividad como hombre de letras, al margen de sus actividades como máximo gobernante. Dentro y fuera de la batalla luchó no sólo con las armas, sino con las letras en aquella sociedad eminentemente guerrera que le tocó vivir.
Además de obras jurídicas, documentales e historiográficas, escribió numerosas obras de carácter literario, científico y recreativo. En las Siete Partidas ofrece las leyes que retratan al monarca ideal a modo de espejo de príncipes y cortesanos. Además de las cualidades bélicas, de justicia y ecuanimidad, resume, al final, las actividades lúdicas que servirán para “festejar las alegrías y ahuyentar los pesares”:
“Oýr cantares e sones de estrumentos, jugar axedrezes e tablas, o otros juegos semejantes déstos; eso mesmo dezimos de las estorias e de los rromançes, e de los otros libros que fablan de aquellas cosas de que los omnes reciben alegría e plazer” (Siete Partidas. Título V de la Partida II).
El ajedrez, dados y tablas y otros juegos de mesa formaban parte de los pasatiempos que se encerraban en el concepto de eutrapelia (del griego “ευτραπελια”, broma agradable. Es la virtud o capacidad de divertirse con moderación). De acuerdo con la mentalidad de la época, todos los saberes incidían sobre el hombre, de ahí la conveniencia para dominarlos. Aparte de los quehaceres diarios, se daba importancia al tiempo libre, tiempo que debía ser empleado en un ocio inteligente.
Ya en Los Libros de ajedrez, dados y tablas de 1283, en la presentación dedicada al ajedrez, Alfonso X indica los tipos de personas que podrían estar más interesados en participar en esta clase de juego que “se fazen seyendo”: las mujeres, al no cabalgar y estar encerradas; los hombres que son viejos y débiles; los que “han sabor de aver sus plazeres apartadamientre”; y los prisioneros, los marineros y cuantos por enfermedad están impedidos de ejercitar otras actividades”. Todos ellos podrían encontrar en esta práctica una consolación en sus tiempos baldíos, pero también una enseñanza moral, porque cada pieza encierra un significado y las formas de desplazarse en el tablero muestran qué movimientos están admitidos y qué estrategia ha de emplearse. El seguimiento de la partida es un entretenimiento para esquivar los conflictos y para aprender el modo de superar las dificultades. El juego de ajedrez admite infinitas combinaciones posibles y, por tanto, es un medio eficaz para buscar claves y soluciones teóricas susceptibles luego de ser aplicadas a la vida cotidiana. Cada participante debe intentar vencer a su adversario y esta lucha puede ser una lección para cualquier individuo de la escala social. El conocimiento del ajedrez supone un aprendizaje que permite abordar los distintos tipos de conflicto.
En las Siete Partidas se enumeran 3 tipos de fiestas: las mandadas por la iglesia en honor de Dios y los santos, las llamadas ferias que “son provecho comunal de los omnes” y las señaladas a los emperadores y reyes. En estas últimas ceremonias que se celebraban con motivo de coronaciones y entronizaciónes, nacimientos y funerales, victorias guerreras, entradas en una ciudad tras su conquista, etc.) era muy frecuente engalanar las calles, y cubrir las fachadas y balcones de las casas con enseñas, pendones, emblemas heráldicos y tapices. También era habitual decorar los salones palatinos con alfombras, tapices, pinturas, etc. Los motivos eran temas de caballerías, batallas, castillos y leones, elementos y trasuntos mitológicos, dragones, alegorías y desnudos moralizantes, etc. También los temas de ajedrez eran muy frecuentes como elementos de engalanamiento. Las fiestas eran un continuo fluir de desfiles, bailes, lujosas vestimentas, elevación de tarimas y estrados, uso de cortinas y telones, representaciones teatrales, entremeses al final de los banquetes y hasta el uso de autómatas y artilugios mecánicos (muy habituales en la tradición bizantina e islámica) servían para adornar las fiestas tanto en las calles como en los lugares de representación y salones palatinos.
Muchos son los juegos, entretenimientos y diversiones que se mencionan en El Quijote: juegos de pelota, de naipes, caza con galgos, monterías de jabalíes, festejos de toros, carreras de caballos y, como no, el juego de ajedrez.
En el Quijote, la metáfora del mundo como teatro aparece de forma explícita en el capítulo XII de la II Parte. Quijote y Sancho conversan durante la noche bajo unos árboles acerca de lo acontecido durante el día: el encuentro con unos extraños personajes: la Muerte, Cupido y el Diablo. Son miembros de una compañía teatral ambulante que está representado el auto Las Cortes de la Muerte.
“Pues lo mesmo -dijo Don Quijote- acontece en la comedia y trato deste mundo, donde unos hacen de emperadores, otros de pontífices, y, finalmente, todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura.
- Brava comparación! -dijo Sancho-, aunque no tan nueva que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego de ajedrez, que mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y, en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura”.
La idea de la muerte que nos iguala a todos y la imagen de que cualquier camino conduce a la muerte, son ideas que suelen compararse en el barroco con el desarrollo de una comedia cuando termina la representación. Estas ideas ya estaban en Luciano y en el Guzmán de Alfarache. Y la alusión al carácter fingido de la comedia ya la encontrábamos en el comentario de El Brocense al texto de Epícteto y en el erasmismo. Se trata del desengaño del barroco, el mundo como teatro y la vida como representación. Cuando se muestran los mecanismos de funcionamiento del teatro, se muestran los de la vida.
Thomas Middelton (1580-1627) fue nombrado cronólogo municipal en Londres en 1627, una figura similar a la de nuestros cronistas de la villa (este puesto consistía en registrar los sucesos memorables de la ciudad y organizar los desfiles oficiales y los detalles de las procesiones). En 1625 le encargaron los festejos de la bienvenida triunfal a Carlos I y su reciente esposa, aunque la peste impidió la celebración.
El cronólogo municipal londinense escribió “Una partida de ajedrez”, la primera vez en la literatura que una partida de ajedrez enmarca una acción teatral con las piezas del juego como personajes. Los personajes son las piezas, la escena es el tablero y la acción, la partida. La obra se estrenó en Londres en 1624 y fue el mayor éxito del teatro renacentista inglés ya que estuvo representándose 9 días seguidos, cuando lo normal era una sesión. La obra hubiera seguido en cartel si no es por las quejas del embajador español. La obra representada aludía a una partida entre la casa blanca (Inglaterra) y la casa negra (España) donde la primera salía vencedora frente a la segunda, satirizada y vapuleada. La crítica iba también contra la Iglesia católica.
Esta fue una de las primeras veces que aparece una obra literaria donde aparecen las piezas como personajes, como también sucederá de nuevo en 1871 en la novela de Lewis Carroll “A través del espejo” donde cuenta la historia de Alicia, quien se pregunta cómo debe ser el mundo a través del espejo y se sorprende al comprobar que puede pasar a través de él, llegando a un mundo de fantasía lleno de seres extraños. Allí debe jugar una gran partida de ajedrez entre las piezas blancas y rojas del ajedrez, donde conocerá a los habitantes de este mundo. Para pasar de casilla en casilla, se deben cruzar los distintos arroyos que dividen el mundo en casillas cuadriculadas.
También el ajedrez como tema ha estado presente en numerosas obras teatrales. Recientemente se estrenó Reikiavik de Juan Mayorga,
obra de teatro que se inspira en el duelo que protagonizaron en 1972 el ruso Boris Spasski y el norteamericano Bobby Fischer. La trama de Reikiavik transcurre en un parque público donde se encuentran unas mesas pintadas para jugar al ajedrez. Dos aficionados se juntan allí y recrean unas famosas partidas. El autor no les asigna nombre propio y los llama como dos batallas de Napoléon, “Waterloo” y “Bailén”. Ambas son conocidas derrotas del emperador francés, gran estratega y amante del ajedrez.En palabras de Juan Mayorga “Bailén y Waterloo representan no sólo a Fischer y a Spasski, sino también a muchos otros que movieron piezas en aquel tablero. […] Reikiavik es una obra sobre la Guerra Fría, sobre el comunismo, sobre el capitalismo, sobre el ajedrez, sobre el juego teatral y sobre hombres que viven las vidas de otros. Y es una obra sobre seres que me son más misteriosos cuanto más de cerca los miro”.
En la Edad Media y el Renacimiento, se jugaban partidas de ajedrez viviente sobre alfombras cuadriculadas gigantes, a las que hace referencia Rabelais en “Gargantúa y Pantagruel”, de forma similar a cómo se representan ahora.
La primera partida de ajedrez viviente de la que tenemos noticia se celebró en Granada en 1408, en el reinado de Muhammad VII y así se sigue representando en el Palacio de Carlos V de La Alambra, uno de los más bellos palacios renacentistas.
Otra de las representaciones más conocidas en nuestro país es la recreación de la partida de ajedrez más antigua de la que se tiene constancia a través de un ajedrez ‘viviente’. Se trata de la partida que data de 1475 y enfrentó a Francisco de Castellvi (con blancas) y a Narciso de Vinyoles (con negras) y es de gran importancia en la historia del ajedrez porque en ella se da por primera vez el movimiento actual de la Dama. Los movimientos forman parte del poema ‘Scachs d´amor’ (ajedrez de amor). El Museo Arqueológico de Jaén acogió el 21 de noviembre de 2015 esta partida y, paralelamente, el Ayuntamiento de Jaén también organizó juegos medievales. Museo Arqueológico de Jaén http://www.mirajerez.com/19/11/2015/partida-de-ajedrez-viviente-en-el-museo-arqueologico-de-jerez
También Juan de Austria utilizó un ajedrez viviente para conmemorar la victoria de Lepanto, pero no tenemos que irnos tan lejos, en Madrid también tenemos esa tradición, como lo demuestra una fotografía que representa un ajedrez viviente de 1961.
Y, más recientemente, podemos citar la representación de una partida de Ajedrez Viviente en la Plaza de la Villa, llevada a cabo por el Maestro Jesús Díez del Corral y el Alcalde Enrique Tierno Galván, como una actividad incluida dentro de las fiestas de La Paloma. Como cabía esperar, el Alcalde iba perdiendo y pronunció un expresivo: “Me retiro”. “Con el tiempo mejoraremos. Lo importante es que la gente se divierta y que la cultura, porque el ajedrez es cultura y plástica, llegue a todos los vecinos de Madrid”, aseguró desde el balcón principal del Ayuntamiento. https://elpais.com/diario/1981/08/16/ultima/366760803_850215.html
En el contexto internacional y, de épocas más recientes, encontramos la partida entre José Raúl Capablanca y Herman Steiner celebrada en Los Ángeles en 1933 y la reproducción de la partida inmortal entre Andersen y Kieseritzky de 1951, bajo los compases del bolero de Rabel, durante las Olimpiadas de Rusia de 2010 o en las Olimpiadas de 2018.